LA LEY GLASS-STEAGALL

La ley Glass-Steagall es el nombre bajo el que se conoce generalmente la Banking Act o Ley de Bancos de los Estados Unidos. Entró en vigor el 16 de junio de 1933 introduciendo diversas reformas bancarias. Fue promulgada por el presidente Franklin D. Roosevelt para evitar una situación como la de la crisis de 1929

A lo largo de la historia la banca ha tenido una repercusión muy importante en los demás sectores de la economía. Esto se debe a la cantidad de interrelaciones que existen entre la banca y la industria, por las cuáles ninguna de las dos (ni banca, ni industria) sería lo que son hoy sin la existencia de la otra. Por ello, la regulación bancaria es un área muy importante y sensible, ya que determina el rumbo que tomará la banca teniendo en cuenta los efectos que más tarde tendrá sobre el resto de la economía. La ley Glass-Steagall es uno de los máximos exponentes de la regulación bancaria, tanto por el cambio de rumbo que supuso para la banca como por los efectos que tuvo en el resto de industrias. 

Son muchas las personas e instituciones que abogan por una vuelta a la ley Glass-Steagall, puesto que culpan a su derogación de la crisis financiera más reciente. Más aún, se incluye un análisis paralelo sobre el comportamiento en el sector bancario en Europa durante el mismo periodo, ya que no tendría sentido pasar por alto el hecho de que en Europa nunca se implantó la ley Glass-Steagall y sin embargo a día de hoy los bancos europeos y los americanos compiten prácticamente al mismo nivel. 

Si hay un factor que pueda considerarse determinante en la implantación de la Ley Glass-Steagall, es la crisis financiera que tuvo lugar en el año 1929, más conocida como “el crack del 29”, y la posterior depresión económica en los EEUU.

Cuanto más dinero se sacaba de los bancos, más bancos entraban en bancarrota, creando un círculo vicioso por el cual los más perjudicados serían los bancos, ya que nadie confiaba en ellos. De nuevo, esto contribuyó a que hubiese menos dinero en circulación, y más negocios en bancarrota.

Entonces, en 1932, Franklin D. Roosevelt fue electo, gracias a sus firmes promesas de acabar con la Gran Depresión a través de una serie de medidas de emergencia, que se materializaron a través del famoso New Deal. Era evidente que el país necesitaba un cambio de rumbo dramático, ya que de no hacerlo caería en el abismo. Y un buen sitio por el que empezar sin duda era restablecer la confianza en los bancos.

A través del New Deal, Roosevelt estableció quince medidas que afectaban a muchas áreas (banca, seguridad social, agricultura... etc.). Sin embargo la primera y una de las más significativas fue el Banking Act, o la Ley Glass-Steagall. De cara a restablecer la confianza en los bancos y en una economía en caída libre, se impuso que la banca de depósitos y la banca de inversión deberían de actuar como entidades independientes las unas de las otras. De esta forma, los ahorristas sabrían que sus depósitos estaban a salvo, y que los banqueros no especularían con ellos.

Es importante aclarar qué se quería conseguir con esta ley. El objetivo no era evitar otra crisis financiera, ni decidir qué negocios se pueden llevar a cabo y cuáles no. El objetivo de esta ley era el de hacer otra posible crisis financiera más manejable, y minimizar el riesgo de los inversores de depósitos al no mezclarlo con el riesgo que los bancos de inversión toman al especular e invertir por su cuenta.

Los principios de esta ley fueron:

  1. La total separación entre la banca de depósito y la banca de inversión (bolsa).

  2. La creación de un sistema bancario conformado por bancos nacionales, estatales y locales. La ley Anti-monopolio (Sherman Act) impedía la competencia desleal entre ellas.

  3. Los bancos fueron vetados de participar en los consejos de administración de las empresas industriales, comerciales y de servicios.

Esta separación de funciones contribuyó a limitar el tamaño de los grupos bancarios estadounidenses. A pesar del tamaño de la economía estadounidense hasta el final del siglo XX d. C., los más grandes bancos a nivel mundial serían europeos y japoneses.

Mientras que los bancos comerciales estadounidenses (a través de algunos artificios contables y jurídicos) y sobre todo por la creación de filiales en el extranjero (principalmente en Londres), participaban en el crecimiento de los mercados financieros, la banca de inversión se encontraba sub-capitalizada. Así, durante los años 70 se aprobaron diversas decisiones que limitaron el alcance de hecho de la Ley, debilitándola y haciendo de la ciudad de Londres la primera plaza financiera del mundo durante mucho tiempo.

La banca central estadounidense intentó eliminarla abiertamente a partir de 1986, pero hasta 1999 no lograría convencer al Senado de abolir este último «vestigio de los años 30», con el lobby reclamando la fusión gigante entre Citicorp y Travelers Group durante el segundo mandato de Bill Clinton.

La ley fue derogada durante el segundo mandato de Bill Clinton, del Partido Demócrata, el 12 de noviembre de 1999 por la Financial Services Modernization Act, más conocida como Ley Gramm-Leach-Bliley. Desde ese momento los bancos comerciales pudieron tomar más riesgos y apalancarse más, ya que eran al mismo tiempo bancos comerciales y de inversión.

Numerosos economistas y políticos piensan que la adopción de una ley de este tipo podría evitar una nueva crisis como la de fines de 2008-2009. Así, el 21 de enero de 2010 Obama anunció unas propuestas para endurecer las reglas de los mercados financieros en el sentido de la antigua Ley derogada.



Comentarios

Entradas populares de este blog

Desigualdad ¿Qué podemos hacer?

Geopolítica y Economía. La caída del muro de Berlín.

COMERCIO Y POBREZA